El pasado 20 de Abril la columna de opinión No 916588 del diario el Espectador, escrito por Camilo Camargo que se titula: “Nada será igual en la educación” y que inicia con la afirmación: “Si el mundo cambiara como lo ha hecho en los dos últimos meses, la mentalidad de la humanidad sería muy diferente”, nos convoca a definir nuevas formas de comprender el acto educativo -como acto de conocimiento- que se genera de manera colectiva a través de procesos comunicativos desarrollados en espacios interactivos provocadores de experiencias significativas.
Estas nuevas maneras de asumir la práctica educativa son propias de las pedagogías emergentes, que se reconocen como un conjunto de enfoques para algunos, porque se fundamentan en una teoría científica, su configuración es más flexible, abierta e hipotética, por tanto, permiten reajustarse durante el ejercicio de su aplicación; para otros, se trata de corrientes pedagógicas que son comprendidas como una línea de pensamiento pedagógico con carácter innovador que se encuentran en proceso de investigación, sistematización y validación, pero de manera general, ambas apreciaciones requieren de cierto recorrido en el orden investigativo, de aplicación sistemática, de evaluación continua y de consenso por parte de la comunidad científica para reconocerse como paradigma.
Dichas pedagogías emergentes resultan del uso de las TIC en educación, cuya pretensión es que a través de la aventura interactiva –que resulta fascinante por la novedad- se logre dinamizar ese potencial creativo, colaborador, innovador que da origen a una nueva cultura de la comunicación del conocimiento, buscando con ello un mejor desarrollo de la ciencia y la tecnología en el contexto de hoy, para la revolución digital.
Hoy se reconoce que las partes involucradas en ese proceso comunicativo han hecho su mayor esfuerzo a pesar del cambio exabrupto de la presencialidad, del contacto directo, a hacerlo a través de una pantalla… el llamado más urgente es tomar conciencia de la aplicabilidad del conocimiento ofrecido a través de las diversas redes, a las situaciones problemas o acciones experienciales que surgen en la vida cotidiana de los individuos.
No seguir con la idea de dejar “tareas” y el otro responda por cumplir; de que ese otro debe desarrollar unos contenidos sin que resulten significativos, y otros asuntos que se “filtran” con el propósito de mejorar, es el reto tanto de estudiantes como de docentes; ya se le exigirá al estado generar políticas en torno a la posibilidad que todos podamos acceder a la red desde el sitio donde nos encontremos. Por ahora, continuar todos con el esfuerzo de hacer posible el aprendizaje acorde con las circunstancias, con el firme propósito de construir colectiva y solidariamente discursos para la ciencia en clave esperanzadora.
REDACCIÓN
LICENCIATURA EN FILOSOFÍA
LEINA LUCELVA GARCÍA
USANALFONSO
Muy interesante y retador el planteamiento que hace el artículo. Queda el gran desafío en esta nueva forma de educación la implementación de valores en lo relativo a la relación fraterna, que hace que la persona aprenda a estar con la otra persona como profesionales que aportan solidaridad, compasión, buscando una nueva sociedad.
El verbo repensar explicitado en el título del artículo pone de manifiesto lo siguiente. A modo de hipótesis.
A- Que la educación ha de ser repensada continuamente; este fenómeno social no es un producto absolutamente cristalizado, de no ser así se corre el peligro latente de petrificarla, y pese a no ser un organismo vivo, en el pleno sentido de la palabra puede morir; es decir, encasillarse en formas, modelos, fórmulas y paradigmas provechosos para un determinado tiempo histórico, pero inservible en tiempos marcados por nuevas tendencias y retos mayúsculos. Por lo tanto, el proceso de repensar la educación ha de estar orientado, entre otras formas, por el método dialéctico como modo esencial de continua evolución orientada por una tesis, antítesis y síntesis, derivando en cada paso la confrontación y superación del estado del anterior sin añorar un resultado absoluto. En el fondo de todo el meollo de la cuestión, el principio para mejorar la educación sería: estar pensando continuamente lo repensado, sin ánimos de alcanzar resultados absolutos, sino parciales, que hacen parte del continuo proceso del repensar.
B- Para repensar la educación es vital que el docente se haga un pedagogo insaciable, por eso le deben acompañar características creativas para que lo por él enseñado impacte y genere significación. Además, ha de ser flexible, en tanto que la realidad educativa se presenta de múltiples formas, lo que ayer le aportó para tener éxito en las unidades didácticas compartidas, puede que hoy sea obsoleto. No debe caer en determinismos, eso empobrece la capacidad creativa y la flexibilidad.
C- Las Tic si son un medio novedoso de vehicular los contenidos, pero ¿qué hacer cuando ya pierdan su novedad?
Finalmente, soy un partidario convencido de la necesidad de repensar la educación, nuestra vida, y los modos como llevamos a cabo el acompañamiento educativo.